miércoles, 17 de noviembre de 2010

Dicen que querer es poder...

Dicen que querer es poder pero en mi caso no encuentro la historia que quiero contar por más que quiero. Me falta ser más crítico o más observador quizá. Viví el sábado toda una aventura donde el hardcore se fue incrementando pero con todo y eso no puedo sacar conclusiones generales (¿tengo que sacar conclusiones?). Es una lástima. No debo tomar DF confidencial como ejemplo a seguir pero estaría chido sacar algo de esas aventuras. Es interesante, además, porque en ese microuniverso -del téibol- puedes observar como es la persona; es decir, puedes saber si es consumista, egoísta, solidario, etc. Posiblemente todas esas virtudes o defectos se agrandan o se exageran debido a los efectos del alcohol. Sobre esto último JM Servín menciona que su padre clasificaba a los bebedores según su manera de aceptar el mundo. Por ejemplo, uno de ellos es el que se duerme en cualquier parte. Dice que ellos enfrentan la vida como viene. Este tipo de borracho que se duerme en cualquier parte me recuerda a un camarada al que le dicen sixtos (o sistos creo) porque después de un seis (six) se rola (se queda dormido). También me recuerda a Don Dimas el día que nos acompañó al embudo. Bebió tanto que al regresar a su casa no pudo abrir la puerta y se quedó dormido afuera (en la puerta pues). En la mañana su hijo le dijo a su mamá "mamá mamá un borracho se quedó dormido aquí afuera". ¡Y lo reportaron con la policía! Al llegar la policía pasaron la vergüenza de darse cuenta que se trataba de Don Dimas y no de cualquier borracho...

Ese día es inolvidable porque fue la primera vez que me vi en la necesidad de redefinir el concepto de una (cheve) caminera. Tuve que hacerlo porque en lugar de comprarse una (a lo más dos) latas de cerveza se compraron una caguama para cada quien... luego vendría otra redefinición más grosera pero esa es otra historia.

Al rato preciso más la información de los tipos de borrachos porque no la recuerdo con todo detalle.

Lo que he podido observar en todo esto que se mantiene constante es el desmadre. Tal vez ese sea el hilo conductor (¿hilo conductor?). Por supuesto hay una diferencia importante en lo que se puede hacer entre los téibols más acá y los lacras. En los lacras -¿necesariamente son los más baratos?- hay más libertades para hacer muchas cosas. Por ejemplo, en su peda un güey puede pensar que es chido subirse a la pista. En algunos lugares las chavas siguen el juego, incluso el dj o el presentador, y pueden llegar al extremo de encuerar al tipo e incluso llegar al sexo en vivo (nunca me ha tocado verlo pero cuentan que ha sucedido). Hay otros en los que las chavas se bajan inmediatamente pero en el lugar los dejan continuar. A mi me pasó en una ocasión que me bajaron de la pista con el pretexto de que ese era un téibol decente. Confieso que fue inesperado ese ataque -¿falso?- de moralidad o de pudor. En mi vago recuerdo me encuentro aburrido y me pareció buena idea subirme a la pista. Al principio la chava me siguió el juego -más bien yo se lo seguí a ella-. El dj o presentador algo dijo pero no lo recuerdo del todo. Lo que si pasó fue que se despertaron todos del letargo o del aburrimiento. Hubo aplausos. Justo cuando iba rumbo al tubo se subieron los guaruras y me (nos) sacaron... Lo que más nos dolió es que acabábamos de comprar una botella. Siguiendo con este tema me contaron mis amigas -del sábado- que así salió la frase de queremos ver vergas. Todo fue porque al escenario se subió una chava. Ellas dicen que es teibolera y que no entienden porque si acababa de salir de trabajar se animó a subirse otra vez. Por eso le gritaron que se bajara y le informaron que ellas habían ido a ver vergas...

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