También fue triste (y bonito al mismo tiempo) el concierto de Sabina. ¿Y sí ya no vuelve? Salí de la arena y llegué triste al lugar al que me gusta ir los sábados. Ya lo volvieron a abrir. Llegué cuando estaban los últimos rounds de JM Márquez y Pacquiao. Saludé a Mario y pedí una cubeta de bohemias (claras ahí no hay oscuras). Me fui a la mesa de mis cuates. Ellos bailaban mientras me tomaba mi primera cerveza. A bailaba con D (la morra que soñé cuando un león andaba como si nada, al principio, en una playa) y mi otra amiga A bailaba con Ricardo.
Finalmente me aliviané y me la pasé chido.
Después mi amiga A me invitó a cenar unos tacos de frijoles con queso bien ricos. ¿Qué les pondría para que supieran así? No traía tanta hambre y de todos modos me los comí. De lo que me hubiera perdido. Luego se me pasó el rato y llegué a mi casa hasta casi las 7am. Ya había un chingo de tráfico (para la hora... ¿qué chingados hacen tan temprano queriendo entrar por el estadio de béisbol y el de tigres?).
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