martes, 7 de diciembre de 2010

Tamales

Leí por twitter que una amiga escribió: "Un nuevo relato ha entrado al horno. A ver cuánto se tarda en estar listo. Hay hoteles y soldados. A lo mejor tamales". Se me ocurrió preguntarle si habría en ese relato atole pero no me respondió. Me imagino que me faltó explicar a qué me refería con eso del atole pero no lo hice. Es más en lugar de explicarle a ella vengo a contarlo aquí. Qué mal. La anécdota del tamal y del atole ocurrió en Zacatecas en el 2008. Hice una visita relámpago porque me tocaba estar en una de las sesiones simultáneas y además tenía que estar acá por las clases. En ese entonces me salí corriendo de mate admin 1 para llegar a la central. A Zacatecas llegamos a las 6am. Me desesperó mucho porque el chofer hizo varias paradas. Él no traía prisa pero yo sí. Quería estar un rato en el hotel para de perdido bañarme y descansar un poco. Pero apenas llegué para darme el regaderazo y salir sobre la hora (a las 8am) para llegar al congreso. Como cosa adrede no conseguí taxi y no me quedó más remedio que pegarme con unos estudiantes que iban al mismo lugar -y sin prisa claro-. Iban muy quitados de la pena. Caminando con hueva mientras yo estaba desesperado porque no pasaba ni un puto taxi ni llegaba el camión...

En la parada del camión había una señora vendiendo tamales. Una estudiante pensó que era buena idea desayunarse un tamal y se compró uno. Fue chistoso porque sus demás cuates se le quedaron viendo gacho. Con la mirada que le echaban parecía que le preguntaban ¿te vas a comer un tamal en el camión? Llegó el camión y tuvimos que esperar a que la señora se los diera para llevar a la niña. Ella se veía muy feliz. Tal vez no se tardó ni dos minutos pero ese tiempo me pareció eterno. Confieso que le estuve recordando a su jefa todo el camino -porque aparte de todo se sentó enfrente de mí y me tocaba que me acercara los tamales cada vez que les preguntaba que sí en serio no querían comer-. Comía y aparte se lamentaba porque nada más le hacía falta el atole para que todo fuera perfecto.

Me dieron ganas de ahorcarla en verdad.

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