viernes, 10 de diciembre de 2010

Retablo urbano

I
Empecé el cuento que se llama Retablo urbano (del libro Revólver de ojos amarillos) de J.M. Servín y me encontré con lo siguiente:

"En su primer viaje del día sobre la lateral del Periférico, un autobús colectivo se detiene poco antes de completar su ruta al sureste de la ciudad. Aborda un hombre que hace lo posible por disimular su borrachera. Ocupa el asiento de en medio al fondo del pasillo y de inmediato lo arrullan el lento brincoteo y el ronquido del motor".

Me recordó mi propia experiencia. Durante una temporada agarré la onda de esperar a que me dieran entre las seis y siete am para regresarme en camión a la casa. Los peores eran los Estanzuela porque se quedaban un largo rato en la Alameda y luego otro tanto en Morones y Garza Sada. Además iban llenos. O casi. Nunca supe porque me dejaban subirme. A lo mejor no me veía muy panchoso no sé. Lo más rápido -y cómodo- era tomar el ruta 1. Hubo ocasiones que me bajé ahí donde estaba el vips y me tocaba ver como Marisol (la gerente de esa época) andaba preparando todo para abrir. Un par de veces llegué a desayunar nada más para no dejar. Sólo lo hice dos veces porque siempre me daban unas ganas horribles de guacarear después.

II
De esta onda de los camiones me acordé mientras me asaltaban, en el taxi, en abril. Pensaba mientras me daban mi buen golpe en los huevos chingado no me costaba nada esperar cuatro horas a que empezaran a pasar los camiones. Luego me reía y claro que eso los molestaba mucho. Me reía porque internamente me recriminaba diciéndome que eso me pasaba por caliente.... por ir a ver a la Wendy. Y ni modo que qué me tuve que aguantar los demás chingazos que por andarme riendo. Según esto me burlaba de ellos. Pero nel. Si hubiera leido entonces Asesino Solitario de Élmer Mendoza me habría acordado de su frase (¡y de las galletas pancrema con coca cola!) hay veces en que uno pierde y otras en que se deja ganar, a poco no....

A veces son muy pendejas las cosas que te pasan por la mente en situaciones así, ¿no? Por ejemplo, Jorge Macías (el personaje de Asesino Solitario) se acordaba de sus galletas pancrema en sí tendría suficientes o no. Se acordaba del sabor de las galletas con coca cola en las situaciones más raras o inapropiadas. Así me pasó a mí. Me acordaba de los camiones como si nada más por eso me fuera a salvar de la chinga que me acomodaron. Pero no.

2 comentarios:

Juan T. Llamas dijo...

Dos comentarios:

1. Cuando dices "Me recordó mi propia experiencia", quizá deberías afirmar "Me recordó mi propia existencia".
"No, tú ññoo, pinche abogado Ramiro".

2.- Cuando recuerdas a Marisol, ¿se trata de aquella gerente guapa de la sucursal que pudo haber sido mi esposa?
¡Anjá¡
Era, en esos años, una mujer un poco regordeta para mis gustos.
(?)
Pero eso sí, muy atenta la huerca, muy atenta (agréguese a esto último el acento de Piporro).

Al margen de los "comments":

Fue como en noviembre de 2009 cuando ocurrió el hecho, que ahora te digo.

Agarré el pedo (tócame el brazo, carnal) en "El Aguacate" un sábado, desde las 11:00 h hasta las 20:00 h.
Como andaba a pie, tuve una idea brillante: me voy en el Metro, y llego a mi casa por $ 25.00 M.N.
Es decir, 4.50 pesos del colectivo, desde la estación Edison hasta Bolívar, y veinte pesos del taxi a mi domicilio, ubicado en la aristocrática colonia Vista Hermosa.

Pues salió el tiro por la culata: en cuanto obtuve el boleto de la máquina, se acercó un individuo de "Seguridad", y me preguntó: "¿Está usted tomado?"
Y yo contestele: "Bueno, me tome un par de cervezas".

-"Señor, usted no puede abordar así. Le recomiendo que se retire".
-"Pero yo ya pagué mi boleto, mondao".
-"Usted lo puede utilizar cuando quiera, pero no en estas condiciones".

Opté por retirarme, puesto que tú sabes que traigo la sangre de los Naranjo y Zuazua.

Y viajando en el taxi, pensé (sí, ya sé que es un lujo que no puedo darme):

"Eso me gano por tratar de darme un baño de pueblo".
E imaginé los cuerpos de la gente joven que siempre va en los vagones.

Adiós.

Ayax dijo...

1. ¿Te parecía guapa Marisol? Con nosotros no era muy atenta. Bueno nunca intenté ni saludarla realmente.

2. En el metro son más exigentes!

Saludos!