viernes, 27 de marzo de 2009

Sed

Tengo sed (¿crudito?). Me acordé de la primera vez que fui a Mazatlán. Fui con un camarada y la última noche decidió salir con una chava (lo cual estuvo muy bien) pero yo me quedé solo (lo cual estuvo muy mal al principio al menos). Inicialmente me quedé en el hotel (todavía crudo por la peda del día anterior) y después de un rato salí a cenar. De cenar se me ocurrió ir a un antro (me fui al Bora Bora) y ahí empezó todo el desmadre (¡hasta baile con gringas! Chale). Total que al otro día por supuesto no me quería levantar para regresarnos. Me desperté con una sed culerísima. Tenía tanta sed que me tomé tres litros de agua y no se me quitaba... Lo malo de haber tomado tanta agua fue que en la sierra de Durango me agarraron muchas ganas de orinar :s

Así estoy ahorita. Me dan ganas de acabarme el garrofón que está afuera jaja. Me imagino que al rato cuando ponga examen, igual que en la sierra, me darán ganas de mear!!

2 comentarios:

Dana dijo...

R: Sip, gracias por tomarte el tiempo de chkr el blog, bueno el caso es q si, también estoy de acuerdo con el entregar algo bien hecho, y para la revisión uno termina perdiendo la linea donde empezó, como cuando escribimos sin guía, nos vamos chuecos, hacia arriba o hacia abajo, o en espirales, pero solo es el dialogo de una pelicula fumadisima basada en un libro obviamente tbn fumadisimo!!! =) hahaha interesante lo de la cruda, ya intentaste comer lechuga?, dicen q te equilibra la hidratación!!

Juan T. Llamas dijo...

Pero, doctor, eso es de primaria.

Use, de ahora en adelante, sacos sport (ya es todo un catedrático).

Para esta temporada, en la que se inician los calorones en la ciudad, le recomiendo que sean sacos de lino de color blanco o beige. Esos colores combinan con la mezclilla, Dockers (Trade Mark) o lo que desee.

Y en la bolsa interior del saco lleve una botellita tlacuachera (tacuachera para los norteños) de metal.
Ignoro si las conozca. Hay de distintos tamaños. Yo tengo una muy práctica (por lo pequeña, que no por capacidad de volumen, que es de tres onzas y media).
También ignoro cuántos mililitros sean tres onzas y media.
Es que aparte de chocante, soy muy ignorante.

Muy bien.

Póngale a la botellita tlacuachera el elíxir alcohólico de su predilección.
Las reglas de etiqueta no recomiendan cerveza.
Gracias. Por nada (¿de qué?, dicen los chilangos).
Y cuando tenga sed por las mañanas, en su trabajo, frente a los alumnos o compañeros maestros, saque inopinada y despreocupadamente la "mercancía" y moje sus labios con el contenido.
O beba discretamente, como disfruta un catador.

Se inicia el diálogo:

-¿Qué estás tomando?
- Un jarabe.
-¿Un jarabe? ¿Para qué?
-Me lo dio el médico. Es para la esplenitis del occipucio.
-Huele mucho a alcohol.
-Sí, sabe a rayos. Pero tengo que tomarlo para aliviar el dolor.
-¡Ah¡ ¡Hombre, siéntate¡
-¡Qué afable¡

Para darle más dramatismo al asunto, deberá dejarse la barba de candado.
Ya sé que es un asunto muy complicado; pero a grandes males, grandes remedios.
O bien debe seguir usando el bastón (que supongo, a estas alturas, ya debe estar guardado en el clóset).
Y aunque haya sanado del traumatismo, dígales que ha sufrido una recaída.

Entre tanto enredo, se van a ir de pechito.
Recuerde usted las aladas palabras del Dr. Paul Joseph Goebbels: "Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".

Que pase usted una buena tarde-noche.