viernes, 24 de junio de 2011

Cosas que pasan

Anoche salí un rato después del trabajo. La onda era llegar a un lugar que tuviera clima y botana. El de las botanas no andaba muy amable y sólo se detuvo un la mesa un par de veces. Me cae mal levantar la mano y todo lo que eso implica. Chiflado. Estoy chiflado lo sé pero también dejo propina a cambio. No sé si mucha o poca pero dejo. Si se portan así como él no dejo nada. No me siento cómodo. No me gusta dar lata tampoco. No abuso. O al menos eso creo.

Mientras me tomaba mi cerveza se me antojó estar en Mazatlán. ¿Qué tiene de especial? Me imaginaba pisteando en la noche frente al mar y de fondo (aquí viene el placer culposo): música de banda... La única vez que estuve así no fue tan divertido (y no fue de noche). El mesero andaba echo bolas queriendo quedar bien con una mesa muy grande (eran ganaderos o algo así). Luego descubrí a dónde tenía que ir por la cheve y asunto arreglado. Se agüitó pero uno tiene sus prioridades. Así como él quería quedar bien con aquellos yo quería cerveza (no se puede comparar lo sé, ya reconocí que estoy chiflado hace un ratito). Ese cuate me daba un poco de risa porque nunca iba a quedar bien con ellos pues querían que les vendieran cerveza para el camino pero "con un chingo de hielo". ¿De dónde? ¡Y aparte no se iban! A huevo que se derretía el hielo y entonces ahí tenían al morro yendo y viniendo regañado por los clientes y por los jefes por haberse comprometido así.

El caso es que mientras me imaginaba en Mazatlán vi que andaba una mesera con la que habré cruzado tres o cuatro frases (que no sea "me das otra tecate (o indio)"). La última de su parte (que no haya sido, ¿quieres más cerveza?) fue "a veces me gustaría ser como usted. Se ve muy tranquilo". No me creyó cuando le conté que por dentro soy un manojo de nervios. De tranquilo no tengo nada. Luego se fue y ya. De veras...

Lo curioso es que después de un rato llegó un conocido y se sentó en mi mesa, es que a él sí lo saludó y a mí no me saluda... jaja.

Chale.

2 comentarios:

Juan T. Llamas dijo...

El silbato, doctor.
Te enseñé el truco del silbato desde hace años.
Ya sé que tiene sus pros y sus contras.

Pero una de dos: o el mesero se exhibe ante su jefe porque no atiende bien a sus clientes, o tú pasas por un loco que desea con vehemencia otra cerveza.

Mejor lo segundo a quedar "seco" por unos diez minutos.

Y cuando venga el mesero después del silbatazo, hay que decirle con acento norteño: "Bueno, ¿y a qué horas se cena aquí o qué?"

Conmigo ha dado resultado desde hace muchos años. Así hablaba Hermilo Hinojosa en las cantinas (hoy se encuentra retirado en su casa de la colonia Leones, pues nació en 1926).

Adiós.

Ayax dijo...

No he olvidado la lección. Lo que todavía no aprendo es a perder el pudor :(

Saludos!