domingo, 10 de abril de 2011

Crímenes perfectos

Me salió con la novedad, bien feliz ella, que estaba sola que no había ido su amigo. Ah, órale que bien le contesté. Enseguida le di un trago largo a mi cerveza y se fue. ¿Se suponía que me debería de haber ido corriendo detrás de ella? No tenía que haber ido muy lejos porque me senté en la mesa de enfrente. Me sentí ahí pero no por ella. Me senté ahí por Estela. Me sentí ahí por la mesera.

Descubrí que lo mejor de ella son sus amigos. Los extrañé. Algunos me saludaron pero la mayoría no (tampoco hice nada para ir a saludarlos yo). Mal pedo, ¿no? Sin ella cerca, bueno ya dije que estaba enfrente, debo confesar que estuvo aburrida la noche. Sin muchos sobresaltos. Los dioses jugaron a favor de ella, como siempre al parecer, y fueron todos sus amigos (incluso unos que no veía desde diciembre). Los únicos que me salvaron la noche, y más o menos, fueron las meseras. De repente se acercaban y cotorreaban un poquito. Hoy digo que ya me quedaré solo otra vez. Quién sabe.

Luego algo tenía que hacer que ocupaba el apoyo de sus amigos. Me fue a contar eso y entonces le pregunté: ¿y qué tienen que hacer tus amigos? Pero no me entendió o se hizo pendeja. No participo en el concurso o en lo que tuviera que hacer finalmente.

Calamaro expresa bien lo que pasó: la moneda cayó por el lado de la soledad... otra vez. Pero bien, eh. Todo bien. Dos comentarios antes de postear el video: El primero es que yo no fui de la quinta que vio el Mundial del 78 cuando Kempes y compañía salieron campeones. Lo segundo es que ahora igual que él estoy viendo paranoia y dolor... :(

La rola de Calamaro:

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