domingo, 8 de febrero de 2009

Una historia

Hace tiempo cuando llevé una clase llamada métodos matemáticos el profesor nos contó una historia sobre Alberto Calderón, matemático argentino que tuvo una anécdota muy peculiar. Cuentan que él leía los títulos de los teoremas pero nunca veía la demostración. Lo que hacía era leer los títulos y tratar de demostrarlos por su cuenta. Dicen que su forma de trabajar: "consistía en leerse solamente los títulos e inventarse a continuación su propia historia sobre ellos. Había sido su método desde muy joven".

Luego se supone que invitaron a Antoni Zygmund, experto en el análisis de Fourier, a dar un curso a la Universidad de Buenos Aires y Calderón "al observar los difíciles equilibrios de Zygmund para demostrar uno de los delicados resultados de su propio libro se llenó de asombro: «Profesor, la demostración que usted nos ha presentado hoy es distinta, y mucho más complicada, que la que aparece en su libro«. El asombrado fue entonces el propio Zygmund: «¿Cómo dice? La demostración que he presentado es exactamente la de mi libro. ¿Ve usted algún camino más fácil?« Y entonces Calderón le presentó su propia historia del teorema, la que él creía que era la del libro, un atajo en el que nadie había pensado antes y que abría veredas nuevas en el tema. Zygmund, que tenía un magnífico olfato para detectar al buen matemático, se empeñó desde aquel momento en llevarse a Calderón a Chicago". (la cita es de aquí).

Precisamente esa fue la historia que nos contaron en clase. Que Calderón le dijo al del curso que la demostración que tenía en su libro era más fácil que como la estaba explicando. Desde aquel momento me llamó mucho la atención la historia pero desde entonces, como 10 años después, no había vuelto a oir o leer nada acerca de Calderón. Volví a tener noticias el viernes... Realmente no supe como llegué a este blog y de ahí empecé a buscar más cosas relacionadas con el tema. Todo esto lo hice mientras mis (anti) niños sufrían con el examen parcial. Yo sufría de imaginarme revisando los cinco exámenes que apliqué... y para no sufrir antes de tiempo decidí entretenerme viendo otras cosas. Así di con la historia de Calderón otra vez.

Lo que más me impresionó al leer este otro sitio fue la siguiente anécdota que contaba el matemático argentino: "Su afición especial por las matemáticas se despertó en la escuela a sus doce años. Como le gustaba contar, uno de sus profesores decidió en cierta ocasión perdonarle un castigo que le había impuesto si es que conseguía resolver un problema de geometría: «El problema me sedujo y despertó en mí una avidez por resolver más y más problemas semejantes. Este pequeño incidente puso claramente de manifiesto cuál era mi vocación y tuvo una influencia decisiva en mi vida".

Me impresionó mucho por lo que me tocó vivir a mí pues nunca había sentido simpatía por matemáticas ni en primaria ni en secundaria. No me voy a comparar con una persona que se considera un genio dentro de las matemáticas... Lo único que quiero decir es que me hubiera reído si entonces (en secundaria por ejemplo) me hubieran dicho que me iba a dedicar a esto (física/matemáticas). Todo comenzó en la prepa cuando reprobé los primeros dos parciales de matemáticas!! No entendía nada. Tampoco ponía nada de mi parte. Así para el tercer parcial o me ponía a estudiar en serio o de plano iba a reprobar la materia y... bueno tuve suerte que el tema fue uno de los pocos que realmente dominaba bien (el único que aprendí bien en la secundaria) y a partir de ahí todo se empezó a acomodar y lo más raro de todo... ¡empezó a gustarme!

La parte extraña de la historia es que ahora enseño ese pedo...

Me gustaría ser tan chingón como para poder inventarme una historia a partir de un teorema...

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