viernes, 11 de marzo de 2011

El versalles

No tiene nada del otro mundo, creo, pero siempre me dieron ganas de entrar al salón versalles. Al antro que está ahí. ¿Por qué será? En este momento no es posible porque está clausurado. Según me acuerdo el cover estaba caro y en algún camión o crucero, en alguna parte pues, me dieron un no cover que anduve cargando por meses. Cuando por fin me decidí a entrar me dijo el de la puerta que no me cobraría cover. Entré bien feliz lo confieso. Luego me di cuenta que me dejó entrar sin pagar porque no había nadie. No se veía nadie. Ya que estaba ahí bien pude tomarme una cheve pero me agüité y me salí.

2 comentarios:

Juan T. Llamas dijo...

Esa plática me hizo recordar "Bad Day at Black Rock", de John Sturges.
Yo solía entrar todavía hace 4 años a los antros, a la una de la mañana, los cuales estaban atestados de muchachos, y me sentía el ser más solitario del mundo.

No hablaba con nadie.
No me interesaba cruzar palabra con alguien.
Excepto con el mesero que me atendía o el barman.

Curiosamente, cuando salía de esos lugares a las 5 o 6 a.m., me sentía feliz y relajado, como un prisionero que había recuperado su libertad.

Cuestión de perspectiva, ¿no crees?

Ayax dijo...

Al principio también me sentía así. Un lugar donde, al ir solo, me siento pesada la soledad es en el antrópolis. La última vez que fui unos morrillos se me acercarona decirme que me cotorreara que no anduviera solo! Ja.

La música y las cheves era lo que hacía que aguantara un rato.

Y creo que sí, es cuestión de perspectiva.

Saludos