lunes, 28 de febrero de 2011

Pollo loco

Se me ocurrió ir a comer al pollo loco. De repente se detuvieron militares afuera. Se quedaron un ratito y como a los cinco minutos se decidieron a entrar. Vieron para todos lados y cuando se convencieron que nada más había personas comiendo uno se animó a pedir dos para llevar. Mientras tanto otros dos se encargaron de la complicada misión de servirse salsas y totopos. Esa misión era la más crucial de todas (creo) porque dos militares cuidaban la puerta y otros dos quedaban de frente a los que comían. No quise averiguar qué les pasaría a los pobres güeyes si se les llegaba a caer un totopo y mejor me levanté para servirme agua de jamaica y salirme.

(¿qué me costaba esperar a que terminara todo el numerito?).

No hay comentarios: