miércoles, 23 de febrero de 2011

Cosas raras

Están sucediendo cosas raras en el laboratorio. Primero se perdieron unos cilindros metálicos y un dinamómetro. Luego alguien movió todo -pero no tiraron lo que estorba-. Cuando abrí la gaveta casi se me echan a los brazos los cilindros culeros. ¿Qué les pasa? ¿Se pierden dos meses y quieren que los reciba con gusto? Culeros. Es cierto que no hice nada por buscarlos pero si me importaba -aunque no pareciera- Ya me hacía pagándolos antes de la próxima certificación de la escuela pues puede ser que a alguien se le ocurra ir a meter las narices al laboratorio. El problema no es ese. El problema es que quieran revisar si todo está como dice el inventario. Lo peor es que yo hice el inventario y clarito anoté tres cilindros: uno de latón, de aluminio y el otro de algo que no me acuerdo (chido mi inventario,¿no?). El caso es que volvieron los culeros. Los encerré con tres candados así como en la rola de los Tigres del Norte pero en lugar de ser la puerta negra es la gaveta negra (realmente es de ese color no estoy inventando):

Ya esta cerrada con tres candadoooossss
y remachada la gaveeeta negraaaa

casi puedo oirlos cantar... a los Tigres...

Lo que pasa, como decía, es que están sucediendo cosas muy raras. Por ejemplo, alguien dejó un soporte cojo... ¿¡qué les pasa!? ¡Así no se puede trabajar!

Lo único que falta es que luego, así como en la canción Niágara en bicicleta de Juan Luis Guerra, nos dijeran que alguien se comió las nueces...

no me digan que las nueces se las comieeeron oh no...

Chale. Las cosas que pasan en un laboratorio, caray.

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