lunes, 10 de mayo de 2010

Sábado

Me tocó vivir un sábado raro. Intentando hacer algo diferente para ver si así salía de la depresión (¿se podrá decir que es depresión?) le sugerí a varios cuates que nos juntaramos para celebrar a un cuate que cumple años hoy. Todo estuvo bien excepto en que quedamos en el único día en que yo me había quedado de ver con otra persona (eso es lo mejor: yo era el organizador y empalmé cosas! Ja, bueno no se me da eso al parecer). Así que sólo estuve un rato con ellos...

Mientras esperaba a que llegaran ellos según yo iba a ir al cine pero finalmente no fui. Terminé comprando en un sanborns la novela ¿Te veré en el desayuno? de Guillermo Fadanelli. Así ocupé la mayor parte de la tarde (creo que exageré un poco eso de prevenir los lugares ocupados por el partido de Monterrey-Pachuca). La lectura fue agradable a pesar de que estuve en la cafetería, del mencionado lugar, y considero que es muy ruidosa. Ayudó mucho que mientras yo leía Monterrey estuviera jugando (y perdiendo además) porque eso contribuyó a que hubiera menos clientela y el ruido fuera tolerable. Llegué a la conclusión que terminan hablando muy alto porque la música la tienen a un volumen alto.

Entonces como decía me puse a leer ¿te veré en el desayuno? y la historia me parece triste. Me gusta como la cuenta el autor pero es triste. Esto me bajó un poco más el ánimo. También sentía cierta presión, o angustia si se le quiere llamar así, porque había quedado de hablarle por teléfono a una amiga que apenas estoy conociendo. Lo bueno es que ella arregló el problema. Ella me habló pero luego me quedé más angustiado porque tenía que dejar una reunión que yo pedí o que convoqué por el cumpleaños de un camarada. Todo esto último pasó porque se me ocurrió decirle que la invitaba a... ¿salir? No sé, pero me acordé del caso de un amigo que se inventó el terminó que la salida con una chava era un "no-date". Así que tomaré su idea y diré que iba a ir a buscar a mi no date...

Para no hacer la historia larga me la pasé bien con mis cuates pero sí debo confesar que hubo un momento en que empecé a sentirme mal (a bajarme más el ánimo). Andaban en un cotorreo que no terminé de entender o yo no andaba muy dispuesto a seguir la conversación, también puede ser. Lo bueno, creo, es que antes que me pusiera peor me salí de ahí. Ya en el otro lugar las cosas mejoraron. Fue extraño porque ahora me sentí raro por andar acompañado!!!!

Me obligué a hacer cosas diferentes. Quiero pensar que eso es bueno...

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