domingo, 2 de mayo de 2010

No le voy a hacer la majadería (versión larga)

El año pasado por casualidad di con un libro llamado Los mejores cuentos mexicanos edición 2003 y lo compré porque uno de esos cuentos lo escribió un cuate (Luis Felipe). Su cuento se llama No le voy a hacer la majadería. Lo compré no recuerdo si fue en la Gandhi que está enfrente de Bellas Artes o en el Fondo de cultura que está como a dos cuadras de ahí pero por el eje central (¿ahí se llama eje central? He pasado tantas veces, bueno algunas, y no me acuerdo). Luego lo leí en el café de tacuba (el cuento de mi camarada) mientras la mesera quería que a huevo consumiera algo que no fuera una limonada. Fue medio incómodo pero finalmente lo pude leer.

El caso es que anoche que estaba pisteando tranquilamente de repente llegó Ángela a sacarme un susto. Me asustó porque como no había mucho que hacer yo estaba pensando en una pregunta que vi que intentarán responder en una conferencia que darán en Puebla a finales de este mes. Así mientras yo pensaba en eso llegó Ángela a preguntarme si bailaba con ella un ratito. Lo curioso es que antes de ir a bailar me acordé del título del cuento de mi camarada antes mencionado y llegué a la misma conclusión: No le voy a hacer la majadería y fui con ella a bailar. Fue raro porque me tocó bailar de manera involuntaria una canción que se llama Gloria. Se lo comenté a ella y sólo se encongió de brazos y me dijo: "siempre hay una primera vez". No me gusta realmente la canción pero seguí pensando lo mismo: ni modo de hacerle majadería... aunque ella no se lo pensó dos veces, y se lo agradecí realmente, cuando pusieron esta canción, y nos regresamos cada quién a su lugar. Luego volvimos a bailar otro ratito.

En realidad fue una noche rara porque una mesera casi me abraza de puro gusto de verme regresar. Esa reacción, no sé si espontánea, fue porque el sábado pasado me salí sin aceptar la sugerencia de que ellos me pedían un taxi. Ella me dijo que si no traía saldo ella le hablaba a un taxista que ellos conocen y es de confianza. El saludo efusivo se debió a que había regresado en aparentes buenas condiciones y sin ninguna mala noticia... Pero resulta que ya pisteado se me cruzan los cables yo creo porque ahora me volví a salir y caminé y caminé para ver a Wendy. Como si caminando me ahorrara algún peligro, ¿no?.

Como Wendy estuvo ocupada me pasé el rato charlando con Katerin (así escribió ella su nombre yo sólo lo copio). Al escribir su nombre así me hizo pensar que yo bien puedo decir que me llamo Beto Zaragoza y que cantaba boleros en un bar que está por la independencia. Ella me volvió a presumir sus bubis (¿se escribe así?) operadas, las cuales contrastan con su delgada figura. En mi opinión no le hacían falta. Se le ven bien, no voy a decir que no, pero no sé, sigo pensando que no le hacían falta. Por supuesto mi opinión sobra en este caso

Otra cosa curiosa de la noche es que casi todos los taxistas que tomo ahora me quieren dar el teléfono de su base porque ellos si son seguros... ¿por qué no me lo dijeron antes?

P.D.
No recuerdo si puse algún comentario al respecto pero el concierto de Joaquín Sabina me gustó mucho. Me quedé con las ganas de oír la de con la frente marchita pero me quedé conformé de todos modos.

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