I
Tal vez esta sea la última entrada con este título. Esto empezó por mi no novia quien al parecer llegó a la conclusión que con "esta juventud no llegaremos a ninguna parte".
Lo bueno de esto es que no me quedé con nada.
Lo malo es que me gusta mucho el título: Cosas que pasan a veces.
II
Di con un recuerdo inventado de Enrique Vila-Matas que lleva por título Me llamo Tabucchi como todo el mundo. Por ese artículo me dieron ganas de conseguir su libro Recuerdos Inventados. Me tardé pero lo encontré felizmente. Luego lo regalé (lo presté pero a estas alturas creo que ya no volvió). Por una de esas cosas raras que tiene la vida lo empecé a leer en el aeropuerto de Guadalajara. Me gusta recordar aquella tarde por la cenicienta del aeropuerto de Guadalajara. La vi llegar -ya cuando estábamos por abordar- y se metió a la fila. Lo primero que pensé fue que se veía increíble con esa faldita -muy corta-. Se veía bien pero se le notaba incómoda con los -tremendos- tacones que traía puestos. Me tocó como compañera de asiento: ella ventana y yo pasillo. Algo le dije -no recuerdo qué- y platicamos un ratito. Pensaba seguir leyendo Recuerdos Inventados pero definitivamente era mejor conversar con esa chava. Pidió tequila -me sorprendió lo confieso-, en cambio yo tomé refresco y café. No recuerdo haber pedido alguna bebida alcohólica. Le comenté que siempre pensé que el tequila lo cobraban. Se encogió de hombros nada más. Al final de cuentas ese tequila me lo tomé yo porque le cayó mal (?).
Me dio su número. La idea era que cuando volviera (ella juraba que regresaría pronto) me llevaría a comer/cenar unas tortas ahogadas. Cuando llegamos a Monterrey caminamos juntos y en una escalera se le zafó un zapato! (de ahí lo de la cenicienta). Tuve que ayudarla para que no se cayera. Al salir ella se fue con unos sonorenses (ese era el propósito de su viaje) y yo me fui a pistear unas cheves a casa de Naddie.
Volví a Guadalajara pero no la localicé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario