Salí corriendo. Vagué por las calles del centro de la ciudad sin saber qué hacer. Mientras lo decidía me encontré el programa de Imagen nocturna en el radio. El conductor me cae bien pero la cagó cuando comenzó a hablar de los enamorados... dijo algo así como que hiciéramos lo que teníamos que hacer (la verdad es que ya no recuerdo la frase. Ahora dudo que haya dicho eso). Me reí porque ni modo de regresar... Me alejé del centro y pasé por cervecería. Entonces se me ocurrió que tal vez encontraría a Andrés, a quién tenía como seis meses de no verlo. Me regresé y llegué pero no lo vi. Me quedé de todos modos a pesar del ruido, la gente y los bailes aburridos de siempre. Inmediatamente me llevaron a una chava y la boté: Quiero estar solo. ¿Y entonces qué hacía ahí? No sé. Sólo fui a buscar a un mesero que siempre sabe lo que me caerá bien. Cuando lo localicé le pedí que me cambiara de mesa. Siempre sabe qué me caerá bien, de verdad. Anoche por ejemplo le pedí tequila y se negó rotundamente. No maestro, me dijo (¿por qué me dice profe o maestro? Nunca le he preguntado), si le traigo un tequila se va a poner mal, mejor le traigo un tecatito. Me llevó a Barbie quien me dice que ya conocía pero no la recuerdo. Es increíble. ¿Habrá platicado con Beto y no conmigo?
Como cosa adrede pusieron tres canciones que le gustan a ella. Luego otras que no le gustan. Todo me la recordaba. Después de un rato, Andrés siguió insistiendo que no le entrara al tequila. Luego llegó otra que no sé de dónde me conoce pero me conoce. A estas alturas ya sé quién es. Siempre llega a decirme hola. Siempre llega a preguntarme por Katherine. Me contó, en menos de dos minutos, que ya estaba por salirse de ahí. Que necesita juntar para su título. No sabía que hubiera estado estudiando. Me preguntó qué me había hecho desde octubre. ¡Desde octubre no iba! Han pasado tantas cosas con mi amiga desde entonces que ni ganas tenía de ir... y ayer tampoco tenía ganas. No vi a nadie bailar realmente. De hecho tuve los ojos cerrados o viendo hacia la puerta la mayor parte del tiempo. Antes de irse me habló de Dios para señalar algo y se me ocurrió decirle que siempre la manda (¿Dios?) cuando estoy solo. Se rió. ¿A quién se le ocurre decir eso? Le agradecí que siempre me fuera a decir hola. Hasta le planté un beso (en la mejilla...). Nada más me faltaba eso para completar el papelón). Se despidió no sin antes comentarme que nunca me había visto tan borracho (suelen decirme que no se me nota). Fue como comprendí porque Andrés no quería que le entrara al tequila.
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